domingo, 24 de octubre de 2021

Inquietante bienestar


Mala señal que la entrada anterior a esta tenga fecha de 5 de septiembre. Demasiados días en los que ritmo del tiempo, similar a una estampida, se ha negado a mostrar grietas o  fisuras por las que tomar aliento. Por el contrario, como un esclavo galeote,  me he debido resignar a mi suerte y a seguir remando, no sé si con el brío debido, pero cuanto menos forzando mi entusiasmo ante todos esos pormenores vitales, pero sobre todo profesionales, que un metafórico cómitre, el encargado del ritmo de boga mediante golpes de tambor, ha ido marcando, fustigando con latigazos el devenir de las horas. Sí, confieso que pueden parecer sensaciones exageradas, prototípicas de buen andaluz, pero que levante la mano aquella persona que no haya tenido, ni una sola vez en su vida, impresiones análogas.

¿Tienen los galeotes, a pesar de todo, momentos de esparcimiento? Si, aunque sean esporádicos. Recientemente, pude asistir a un maravilloso concierto, recuperando tradiciones, tras tantos meses de condiciones sanitarias adversas, en el ámbito social, que parecían tan lejanas. Los nuevos audífonos, de última generación, han obrado el milagro que me ha permitido reconciliarme con cada uno de los instrumentos de la orquesta. Todo ello, junto a un buen plato de callos picantes por allí, unos churros con chocolate por acá, unos deslumbrantes atardeceres en la orilla del mar por acullá, en días sucesivos, me han permitido, cuanto menos, respirar con el mismo anhelo que aquellos buceadores buscando trepang (libro maravilloso de Salgari) emergiendo a la superficie. 

En el refugio de mi cama, la lectura de Steve Canyon, de Milton Caniff, en versión digital, me introduce cada noche, sutilmente, en los territorios de Morfeo. Esas aventuras, donde los malos son villanos de manual y los buenos héroes intachables, me hacen recuperar esa ingenuidad infantil que aún no había descubierto que la realidad cotidiana es una confusa mezcla de muchas  luces y aún más sombras, con un problema irresoluble de tránsito entre ambas: cada vez difícil distinguir una zona de otra, tan complejas en todos los ámbitos son las sociedades modernas, en las que todos y todas nos sentimos paladines de la humanidad, asesorando el mejor concepto de nosotros mismos. Nadie puede dudar de mi honorabilidad, expresaba recientemente un individuo con condena firme por delitos graves de corrupción, prevaricación, malversación.  

Nunca logro recordar mis sueños, salvo algunas escenas desfragmentadas que se difuminan rápidamente en mi memoria. Me gustaría saber todo aquello que se fragua en mi subconsciente, cada noche. O quizás no, pensándolo mejor:  bastante tenemos con el consciente, imitando la voracidad de Saturno, en el famoso cuadro de Goya. Pero a pesar de todo, hoy es domingo: paella familiar, duermevela con película, merienda con bizcocho casero y un  alto en las neuronas. Mañana, que parece muy lejana aún, será otro día, como clamaba Scarlett O'Hara en la famosa película. 


       

Más libros, más libres

En mis recuerdos, aquellas librerías de viejo , de compra/venta/cambio , de libros de segunda mano, sus paredes permanecían ocultas por elev...