sábado, 28 de diciembre de 2024
martes, 24 de diciembre de 2024
24/12/2024, 18:30 horas
Como todos los años, la paz del hogar y la familia me inundan de sensaciones, mientras la cocina se convierte en el alma de una noche tan especial como la de hoy, donde la cena es mucho más que una comida exquisita. Los prolegómenos, lejos de ser innecesarios, se han sucedido en días previos: las compras, sin límite de continuidad, en esos supermercados abarrotados de género y de personas; la música, que en estos momentos corre a cargo, en mi televisor, de Andrea Bocelli; las bandejas abundantes de delicias navideñas, primorosamente decoradas, que han invadido el salón; el árbol, tan característico, con sus luces, sus adornos, coronado por estrellas. Es el atrezo para una gran noche en la que lo realmente importante son todas y cada una de las personas que componen la familia.
En estos momentos, alrededor de las 18,30 horas, tengo alrededor de seis años. Refugiado en mi casa, rodeado de juguetes de la época, disfruto intensamente con ellos, hasta la hora de la cena. Juego con los Madelman, intento que las piezas del Exin Castillos tomen forma, al igual que las del Tente. Me siento en el suelo, pugnando con mi mando a distancia para que el coche que da vueltas por el Scalextric no salga disparado del circuito. Proyecto en alguna pared algún corto de Disney, dando vueltas a la manivela de mi Cinexin. Me miro al espejo, divertido con mi disfraz, barba incluida, de las Mil caras del agente secreto, mientras me pienso dos veces si es oportuno hacer estallar un petardo. Organizo un gran asalto al fuerte, con sudistas, confederados, pistoleros, caballos y diligencias, defendiéndose de los indios, gracias a todo el abundante material de Comansi, a los que he añadido numerosas piezas de Montaplex... Entre juego y juego, leo algún tebeo de la época: de la editorial Bruguera, Valenciana, Novaro, Vértice, Laida..., mientras me atiborro de turrón blando (mi preferido), de peladillas, de algún rosco de vino, de un mantecado de dos pisos envuelto en papel de seda. Con suerte, si mi madre lo permite, esta noche podré probar unas gotas de anís dulce.
Disfruto, inmensamente, de esa infancia en la que fui inmensamente feliz y a la que regreso en Navidad, sintiendo en todos mis poros una gran emoción: la familia me arropa, convierte estas fechas en días mágicos en los que todas las ilusiones son posibles, disparando aún más mi inabarcable imaginación, ese lugar mítico, que afortunadamente sigo recorriendo a diario. Los tres Reyes Magos, con suerte, serán piadosos con todas mis trastadas diarias, como correspondía a un niño de las décadas de los 60 y 70 y me traerán todos esos regalos que tanto anhelo. Aquellos que he descrito en una carta, con dibujos de estrellas en las que me he esmerado en darles color, con los lápices Alpino de mi estuche escolar de doble piso, que he depositado previamente en un buzón. La mañana que sucederá a la noche de Reyes se caracterizará por calles llenas, abarrotadas de niños y niñas, luciendo todos esos juguetes que hemos encontrado al pie del árbol de Navidad, en los armarios (que tantas veces habíamos abierto, en días previos, sin resultado), a los pies de la cama. Coches teledirigidos, bicicletas y triciclos, disfraces de sheriff, David Crockett, Daniel Boone, el cabo Rusty... Correremos como una exhalación, de una casa de un amigo a otra, dispuestos a jugar con todos esos numerosos juguetes, que sus majestades han tenido a bien de dejarnos en nuestras casas y solo regresaremos a la propia cuando las voces de nuestras madres inunden las calles y las plazas, llamándonos para el almuerzo.
No voy a alejarme, al menos por esta noche, del gran escenario de mi niñez. Lo retendré dentro de mí, como el más apreciado tesoro, mientras disfruto de la cena de Nochebuena con mi familia, que se adivina opípara, expresión que se utilizaba constantemente en los almanaques de Bruguera de la época. Escribo estas últimas líneas, mientras que en mi selección de YouTube suena una majestuosa y exquisita versión de Adeste fideles. La vida es una gran colección de momentos inolvidables y hoy, esta noche, se van a suceder muchos de ellos. Feliz Navidad a todos/as.
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